Nuestro
planeta se encuentra en crisis. Esta es una idea con la que hemos aprendido a
vivir y que pareciera no incomodarnos. En este momento de nuestra historia, dos
millones de años después de nuestra aparición en el planeta, es necesario
detenernos y reflexionar acerca del origen de esta crisis.
Nuestra madre naturaleza
Empecemos
por analizar el estado de nuestra relación con la que llamamos madre naturaleza. Como nuestra madre, probablemente esté muy triste por
la forma en que la hemos tratado en los últimos cien años, como producto de la
modernidad. Los seres humanos nos hemos desligado tanto de nuestra madre naturaleza que nos sentimos ajenos
a ella, y más que como madre la
tratamos como una ex novia, siguiendo con nuestras vidas como si ella no
existiera. Cualquier cosa que pueda sucederle no nos afecta y negamos cualquier
consecuencia que puedan generarle nuestras acciones. Hemos generado respecto a
ella una desconexión inconsciente, y de forma inconsciente también la hemos
enfermado con patologías que hoy están en la boca de todos, entre ellas, el
calentamiento global, la desertificación, la eutrofización de los acuíferos y
la pérdida de la biodiversidad. Estos temas, tratados como “problemas
ambientales”, son solo los síntomas de una enfermedad inconsciente que la
sociedad desconoce o pretende no conocer.
Los
Humanos, su naturaleza y la
naturaleza
Según la Real Academia de la Lengua Española,
la palabra naturaleza tiene dieciocho acepciones (1). Dos de ellas nos
llaman mucho la atención. La primera indica que la naturaleza es el conjunto,
orden y disposición de todo lo que compone el universo, de esta forma la
naturaleza es un conjunto de seres que funcionan en un cosmos. La segunda considera a la naturaleza como la esencia y
propiedad característica de cada ser, es así que cada individuo posee una
naturaleza que corresponde con su modo de ser específico. En ese sentido, el
ser humano, como ser vivo, forma parte de la naturaleza (en adelante
naturaleza); y por su naturaleza (en
adelante naturaleza), el hombre posee
racionalidad, inteligencia y voluntad. No somos seres totalmente instintivos,
sino que tenemos la capacidad de razonar antes de actuar, lo cual nos permite
tomar mejores decisiones, solucionar problemas, manifestarnos, tener un orden
en nuestra vida y marcar prioridades. Quizá hemos confundido esta capacidad
extra que nos ha dado la naturaleza y la hemos usado como una excusa para
sentirnos superior a ella. Probablemente, este es el origen de nuestra
desconexión inconsciente con nuestra madre:
en nuestra mente somos seres superiores y esto nos hace creer que somos dueños
de nuestro planeta. Es más, con el paso de los años hemos logrado que la naturaleza de los humanos se encuentre
tan lejos de lo que era inicialmente, que por naturaleza nos sentimos dueños de nuestra naturaleza. Por lo tanto,
impusimos el derecho de usarla como nosotros creamos conveniente, poniendo como
prioridad nuestro beneficio obviado la vida de nuestra propia madre, de los demás organismos y de
nosotros mismos.
Al parecer, nuestra naturaleza está
siendo acabada por nuestra nueva naturaleza.
Pensar que estamos desligados a lo que ocurre en nuestra naturaleza es
probablemente un trastorno, ya que estamos conectados a ella desde que nacemos,
junto a ella crecemos, nos reproducimos y nos desarrollamos. Es más, tenemos
que ser conscientes de que si algo pasa a la naturaleza, también nos pasa a
nosotros y viceversa. Si la naturaleza o la humanidad sufren algún cambio, el
otro también estará implicado en este cambio. La naturaleza nos brinda el
espacio donde habitamos, donde crecemos y nos recreamos, donde obtenemos
nuestros alimentos, donde sociabilizamos, donde nos reproducimos y donde
compartimos nuestra vida con otras especies. No se trata del espacio de la
naturaleza o de los demás seres vivos, es también nuestro espacio y tenemos que
aprender a amarlo. Debemos empezar a amar la vida porque, a fin de cuentas, lo
que nos brinda la naturaleza es vida. Los problemas por los que está pasando nuestra
madre naturaleza no son entonces solo
sus problemas, son también nuestros problemas y están muy relacionados con nuestra
concepción de la naturaleza y con las decisiones que tomamos, problemas que se
solucionarán no cuando cambie la naturaleza (que apropósito siempre está
cambiando), sino cuando cambie también el hombre.
Las empresas y su naturaleza
En
la actualidad, tener una gran empresa es símbolo de una gran inversión, de
entradas económicas importantes, símbolo de empleo y modernización para
nuestros pueblos. Sin embargo, a veces nuestras empresas no dejan solamente
beneficios, en especial cuando para obtener entradas hay que sacrificar parte
de nuestro entorno. El consumo excesivo de recursos naturales y el consumismo
extremo impuesto por nuestra economía neoliberal traen, como consecuencia, la destrucción
de los ecosistemas, así como la desaparición de las especies. Esta forma
descontrolada del uso de los recursos genera también daños ecológicos, cuyas
reparaciones son en muchas oportunidades más costosas que la inversión realizada
o irreparables. Y es así como (inconscientemente) por naturaleza, día a día generamos una deuda interna con la
naturaleza, nuestra madre, quien
amablemente nos concede préstamos con amplios periodos de gracia y que en algún
momento tendremos que empezar a pagar.
Un libro sobre la inteligencia y
las empresas
Goleman,
en su libro Inteligencia Ecológica (2), toma en
consideración dicha paradoja entre el uso de recursos y el desarrollo de las
empresas. Nos menciona que algunos investigadores, empresarios y gente
preocupada por el medio ambiente, tales como Art Kleiner, Senge, o empresas
como Procter & Gamble, ABC Home y Rainforest Alliance buscan mejorar sus
prácticas y la relación que sus empresas tienen con la naturaleza. Goleman nos
presenta también ejemplos de grandes empresas que han sido protagonistas de
desajustes ecológicos y que tuvieron que mejorar sus prácticas a fin de
evolucionar responsablemente. Este autor, quien considera que aspectos tales
como la transparencia radical
(conocimiento total de los impactos positivos y negativos de los productos que
consumimos) y el análisis del ciclo vital (análisis que permite estudiar a fondo
cada uno de los pasos y materiales necesarios para la elaboración de cualquier
producto) son necesarios para que las empresas puedan tomar conciencia
seriamente de lo que está sucediendo en los ecosistemas. Goleman considera que
una empresa puede pasar por cinco estadios en su evolución:
·
Primer estadio: aquí se
encuentran las empresas que no prestan atención a las necesidades del medio
ambiente, negando nuestra relación con la naturaleza.
·
Segundo estadio: aquí
se encuentran aquellas empresas que buscan medidas medioambientales voluntariamente
para ahorrar dinero a sus empresas y mejorar el valor de su marca y su
reputación.
·
Tercer estadio: aquí
tenemos a empresas que funcionan solo si el medio ambiente que escogieron para
obtener sus recursos funciona y les da beneficios sostenibles sin disminuir sus
costos.
·
Cuarto estadio: aquí
tenemos a las empresas que van de la mano con la conservación y uso sostenible
de los recursos, disminuyendo sus costos si fuera necesario.
·
Quinto estadio: aquí
estarán las empresas creadas exclusivamente para conservación y uso sostenible
de los recursos, sirven a su vez para la difusión de buenas prácticas y del
bienestar del ecosistema.
Analicemos
algunos casos de empresas en el ámbito nacional. Por ejemplo, aquellas empresas
que tienen como objetivo la extracción de minerales de forma
irresponsable, poniendo en riesgo la
salud de la población y el deterioro del ambiente se ubican en el primer
estadio. Tenemos, por otro lado, empresas en el segundo estadio, como Starwood
Hotels. Esta empresa se ha preocupado por diseñar un edificio con certificación
LEED (Leadership in Energy & Environmental Desing) en nuestra capital
(Westin Lima & Hotel Convention Center) lo que le brinda un beneficio
económico y, al mismo tiempo, es amigable con el planeta al disminuir el
consumo de energía. En el estadio cuatro tenemos a empresas como Rainforest,
que desde 1989 ha logrado hacer el uso sostenible de los bosques con la
finalidad de crear espacios acogedores para ecoturismo y, al mismo tiempo, dar
a conocer la diversidad de la flora y fauna del Perú. Es muy difícil encontrar
empresas que hayan sido creadas para la conservación de la naturaleza, pero
muchas organizaciones no gubernamentales podrían considerarse como empresas del
estadio cinco. Por ejemplo, la Sociedad Peruana de Ecodesarrollo, Terra Nuova y
Pronaturaleza son organizaciones no gubernamentales que han trabajado juntas
por la conservación y conocimiento de los humedales de la costa central del
Perú, un gran proyecto que tuvo fin hace algunos años (3).
Es
así que en el ámbito nacional podemos empezar a clasificar las empresas por el
estadio en el que se encuentran, considerando su nivel de compromiso con nuestro
planeta. Esto quiere decir que hay un grupo de personas que han logrado darse
cuenta de la necesidad de volver a ligarnos a nuestra madre. Lamentablemente estas empresas aún no son el común
denominador de las empresas en nuestra sociedad. Parece ser que el plan que nos
tiene preparado nuestra sociedad no compatibiliza con lo que debemos hacer con
nuestra naturaleza, ni siquiera con lo que debemos hacer por nuestro propio
bienestar. Tomemos como ejemplo el caso del parque automotor en el Perú. Según
la Asociación de Representantes Automotrices del Perú, el parque automotriz
creció en un 28% desde el 2003, habiendo en el Perú 155 mil vehículos más transitando
(4). El panorama
generado es previsible y cotejable: muchísimos automóviles en una ciudad que no
tiene espacio para ellos, caos vehicular, aumento de la contaminación, la
consecuente demanda de petróleo y gas, el aumento del precio de los mismos, mayor
extracción de estos combustibles, todo ello sin contar las millones de redes
que tendríamos que entrelazar si hiciéramos el análisis del ciclo vital de un
automóvil, y la serie de efectos negativos, como el asma en la salud y los conflictos
en la sociedad, que se generan con tal de mantener funcionando este sistema.
Una cosa jala a la otra de forma secuencial. La sociedad solicita un producto y
esta lo produce hasta que sus ansias fueron saciadas. Para cuando esto sucede el
daño a nuestra naturaleza y a nosotros mismos debido a la naturaleza consumista es inminente.
Los productos verdes
El
problema no culmina ahí. Algunas empresas están mostrando una imagen “verde”,
la cual es realmente una imagen incompleta sobre los productos que venden y su
respectivo proceso de elaboración. Ejemplo de ello son los artefactos
electrodomésticos de las líneas “eco”. Estos artefactos reducen en un bajo
porcentaje el consumo de energía, lo cual nos hace olvidar del plástico y el
resto de compuestos químicos que contienen y que, al desechar el producto, son introducidos
al sedimento marino o a algún relleno sanitario dejando nuevamente la tarea de
limpiar todo lo que ensuciamos a nuestra madre.
Con la oferta de productos “verdes” los consumidores se sienten aun más
atraídos con los productos ofrecidos, aumentando la demanda y produciendo más
objetos que terminarán bajo la superficie terrestre.
Es
indispensable esclarecer que la elaboración de un producto cien por ciento
beneficioso para el ecosistema es imposible: todos los productos contienen en
las distintas fases de su producción elementos tóxicos para la salud de la
Tierra y de la sociedad. En su ciclo vital, cada producto se abastece de algún
bien del ecosistema como materia prima, y libera en el mismo proceso productivo
sustancias que alteran el ecosistema, tales como el óxido de nitrógeno, cloruro
de hidrógeno, dióxido de azufre, metales pesados y dióxido de carbono. Estos
elementos contaminan el aire que respiramos y muchas veces se mezclan con el
agua que utilizamos. Es irrisorio plantear la imagen de un producto
completamente “verde”, pero en nuestra mente esta imagen se hace real. La
mayoría de empresas utilizan este recurso para atraer a un público determinado
que idílicamente pretende, con la compra de estos productos, contribuir con el
bienestar del planeta. De esta forma, el producto logra posicionarse en el
mercado como un producto amable para el ecosistema, dándole ventajas ante la competencia que no venda
esta idea “verde”.
La
disminución en los compuestos tóxicos que se liberan en la elaboración de
productos y la reducción en el uso de materia prima para su producción o
empaquetado nos acercan remotamente a ser “verdes”, pero nos llena de ideas que
nos dan satisfacción y una sensación de suficiencia, nos llenan de lo que trata
Goleman como mentiras vitales(2). Al comprador
común le basta observar que en la etiqueta de un producto, se diga que es “eco
amigable”, verdad parcialmente real, ya que la contribución que brinda al
planeta es prácticamente nula a comparación con el uso excesivo de sus recursos
que representa su producción para miles (o millones) de personas. A esta
situación deberemos adicionar que el ciudadano común no busca asesoría al
momento de adquirir un nuevo producto, lo que contribuye a que persistan
empresas y productos parcial o falsamente ecológicos. Para evitar esta
desinformación se han instaurado compañías que corroboran que el producto y su
desarrollo sean benignos para el planeta, tales como Goodguide®, una empresa
que desde el 2007 colabora con la transparencia
radical, informando a los consumidores de la responsabilidad de un producto
con la naturaleza, con la salud humana y con la responsabilidad social (6).
Lamentablemente la información que nos brinda aún no considera muchos productos
de nuestro continente; por lo que aún no podemos utilizar esta gran base de
datos en su totalidad. Los únicos agentes reguladores existentes en nuestro
contexto latinoamericano son los gobiernos. Ellos tienen la obligación de
regularizar la información que nos brindan las empresas privadas y controlar
que las empresas “verdes” cumplan con estándares mínimos. Quizá la creación de
estos productos “verdes” es una forma de sentir que estamos tratando de
reconciliar nuestra naturaleza con la
naturaleza, una mentira vital que nos hace sentir que hacemos lo suficiente por
nuestra madre.
La reconciliación
En
medio de este escenario caótico, los seres humanos hemos sido capaces de
encontrar maneras de restaurar esta relación tan fracturada entre nuestra naturaleza y la naturaleza, mediante una
serie de estrategias. La primera de ellas es el reciclaje, actividad que
disminuye el uso de materias primas a partir de la reutilización de los
productos. Es interesante encontrar que más del 90% de casos en los que decimos
estar reciclando no estamos haciendo más que reutilizando los productos con un
objetivo diferente al cual fueron creados, es decir cambiamos la naturaleza de los productos. Es verdad
que con el reciclaje disminuimos el uso de materias primas, pero es incorrecto
considerar que con el reciclaje constante vamos a devolver a la naturaleza lo
que le hemos quitado con nuestra naturaleza
consumista.
La
segunda estrategia utilizada para reconciliarnos con la naturaleza es el ahorro
de energía. Podemos lograr ahorrar energía aprovechando al máximo la luz del
día, pintando las paredes interiores de colores claros, manteniendo apagados
los focos que no estemos utilizando o utilizando focos ahorradores y manteniendo
en buen estado las maquinas que consumen mucha energía, como la refrigeradora,
la plancha, el horno microondas y las termas. Estamos seguros que todas estas actividades
nos van a permitir disminuir el uso de energías que la naturaleza nos proporciona
y que por nuestra naturaleza estamos
acostumbrados a desperdiciar innecesariamente. Sin embargo, el aumento
poblacional exponencial (7 mil millones de seres humanos sobre el planeta
aproximadamente) y la falta de conciencia en gran parte de la población no
permite notar los resultados de esta estrategia.
Existe
una tercera estrategia de la cual se habla muy poco, pero que con el tiempo se
está volviendo parte de nuestra rutina: la frugalidad. Frugalidad, según la
Real Academia de la Lengua Española, está relacionada con la templanza,
parquedad en la comida y la bebida (7). Ello quiere
decir lograr un control de nuestra forma de utilizar los recursos, utilizando
solamente lo suficiente para vivir. Debemos recordar que no es lo mismo
consumir lo necesario para vivir que vivir para consumir. Estamos sumergidos en
un sistema que nos hace levantarnos todas las mañanas y trabajar (y/o estudiar)
al menos diez horas al día (el 42% de nuestro día). Todas estas horas de ardua
labor son destinadas a poder adquirir bienes y servicios que muchas veces son
impuestos por el sistema, como la moda o las actualizaciones en los artículos
informáticos, como teléfonos portátiles y ordenadores. Debemos salir de este
sistema, salir de este consumo exponencial de recursos. Quizá esta sea la mejor
estrategia a tomar y debería gobernar nuestra naturaleza en el siglo XXI. Autores como Jorge Colombo nos explican
que nuestra misma naturaleza nos está
llevando a nuestra propia destrucción al formar una sociedad maltratada, llena
de conflictos por resolver en su interior, lo que atrasa la resolución de
problemas con nuestro planeta (8). No creemos que
el planeta vaya a desaparecer por nuestra culpa, la pregunta correcta debe ser
la siguiente: ¿seremos la próxima especie en extinguirse? Esperamos que no sea
así. Parte de nuestra naturaleza nos
obliga a buscar la subsistencia, este deseo de subsistencia debe ser uno de los
principales motores que nos obligue al cambio y a lograr reconciliarnos con
quien nos dio la vida.
Agradecimientos
Quedamos
profundamente agradecidos a Antonio Murillo, Elfer Valdivia, Rafael Alvis,
Cesar Pacherres y a Ruth Escudero por sus valiosos comentarios y sugerencias
durante la redacción. El presente trabajo fue realizado en el marco del curso Ecología
General (UCSUR Noviembre 2012).
Literatura
citada
1.
Real Academia Española.
Naturaleza. 22a ed. Diccionario de la Lengua Española. Madrid, España: Author;
2001.
2. Goleman
D. Inteligencia ecológica. Editorial Kairós; 2012.
3. Aponte
H. Flore, Végétation et Géstion des zones humides de la Côte centrale du Pérou.
Rapport de stage du Master
2. [Paris - France]: Université Paris Sud. Orsay; 2009.
4. Asociación
de Representantes Automotrices del Perú (ARAPER). Venta Total de Vehículos
Nuevos [Internet]. Ventas Octubre 2012. 2012 [citado 23 de noviembre de 2012].
Recuperado a partir de:
http://araper.pe/index.php?item3=1&item4=10&item5=26
5. Boff
L. La ilusión de una economía verde [Internet]. La ilusión de una economía
verde. 2011 [citado 23 de noviembre de 2012]. Recuperado a partir de:
http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=458
6. GoodGuide
[Internet]. About us. 2011 [citado 23 de noviembre de 2012]. Recuperado a
partir de: http://www.goodguide.com/about
7. Real
Academia Española. Frugalidad. 22va ed. Diccionario de la Lengua Española.
Madrid, España: Author;
8. Colombo
J. Somos La Especie Equivocada ? Una mirada Evolutiva sobre las
responsabilidades de nuestra especie. Buenos Aires, Argentina: Eudeba; 2010.
Citar como:
Reflexiones sobre la naturaleza y la
naturaleza humana. Aguilar X., A. Chávez, MF. Velarde, S. Castillo, L.
Yataco & H. Aponte (2012). Científica 9(3) : 265-271
Lo pueden descargar aquí:
http://ucsur.academia.edu/H%C3%A9ctorAponte#
Lo pueden descargar aquí:
http://ucsur.academia.edu/
1Facultad
de Artes Escénicas y Literatura – Universidad Científica del Sur. Av. Antigua Carretera Panamericana
Sur km 19 Villa El Salvador. - Lima 42, Perú. Email: Ximena Aguilar: zimena_26@hotmail.com
2Museo
de Historia Natural, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Avenida Arenales
1256, Jesús María - Lima. Apartado 14-0434, Lima 14, Perú. Email: Héctor
Aponte: haponteu@yahoo.fr
3Área
de Ecología, Coordinación Cursos Básicos. Universidad Científica del Sur. Av.
Antigua Carretera Panamericana Sur km 19 Villa El Salvador. - Lima 42, Perú